. María Rosario Nava. Era una honrada
aplanchadora que vivía en el barrio
del Espejo, la cual, queriendo que su
hijo no se privase de la gloria de servir a
la Patria, al saber que había sido tachado
por inválido en el alistamiento de
1813, vuela a la plaza, hace ver que la
invalidez es transitoria y ofrécese para
llevar ella el fusil mientras sana aquel de
la lujación en un brazo, que era el impedimento.
Y efectivamente, esta madre
de temple espartano, atravesando el
páramo con el Ejército Libertador, llegó
hasta Timotes, donde ya hábil el hijo, le
entrega el arma, lo abraza y bendice,
conteniendo las lágrimas, y luego torna
a la ciudad, satisfecha de haber salvado
a su hijo del rubor del reproche, cuando
se presentó como voluntario a alistarse
bajo las banderas de Bolívar
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